lunes, 27 de julio de 2015

Otro agosto sin el poeta palestino Mahmud Darwish


“Y yo me pregunto, ¿qué es más cruel?
¿Qué el ser humano se levante una mañana
convertido en un insecto enorme,
o que el insecto se levante una mañana 
convertido en un ser humano que juega
con las bombas atómicas
como quien juega con una balón de fútbol?


Este mes de agosto se cumple otro aniversario de la muerte del poeta palestino Mahmud Daswish (1941-2008) y del viaje a Ramallah con motivo de un encuentro cultural entre escritores árabes y autores de diversos lugares del Estado español, una ocasión única que significó estrechar en la Palestinian House of Poetry los lazos de solidaridad y ampliar los horizontes del intercambio poético más allá de las fronteras.

Recuerdo la fecha exacta de la noticia del fallecimiento del poeta. Entonces escribí que hacía unos días encontraba a mi padre como siempre en el sillón de su casa frente al canal satélite árabe que estaba enchufado a todas horas. Tenía subidos los aires de corresponsal de noticias internacionales ya que se entera antes que nadie en las islas de lo que sucede en Oriente Medio.

Esta vez andaba afectado por una noticia relacionada con la literatura, al verme llegar por la tarde subió muy sobresaltado el volumen de la televisión libanesa para que viera la última novedad que estaba siendo retransmitida con música tradicional en todos los canales estatales: y es que había muerto el poeta nacional palestino Mahmud Darwish.

Sobre la marcha tomé asiento frente a la pantalla sin entender ni pipa de lo que decían algunos tertulianos muy serios, a cada rato salía el rostro del poeta difuminado entre verdes valles y recitando con elocuencia algunos pasajes de su obra, por cierto galardonada con numerosos reconocimientos oficiales y forjada durante una larga lucha contra la ocupación israelí y en defensa de los derechos de Palestina.

Mahmud Darwish representaba a la estirpe universal del poeta comprometido por la causa de su patria, cantando del lado de los afligidos, siempre acosado por el exilio como el propio Pablo Neruda y también aprisionado como el propio Miguel Hernández.

Su obra poética rezumaba los agrios sentimientos humanos licuados por el drama de las guerras y la existencia desolada ante la fortificación de las fronteras.

Nació precisamente en Galilea, formó parte de la OLP , llegando a redactar la propia declaración de independencia, recibió condecoraciones de gran prestigio y mantuvo una vida itinerante con residencias en capitales tan importantes en el mapamundi contemporáneo como Beirut, París, El Cairo y Ramallah.

En aquellos días de tristeza dijo el presidente palestino Abbas que su muerte representa un gran vacío, el proceso de paz en el conflicto árabe-israelí no deja de ser eso mismo, un proceso largo y espinoso, y sin final feliz aparente.

Como no puede ser de otra forma, a Mahmud Darwish se le despidió con un funeral de Estado, el mejor de los agasajos rituales que puede ofrecer un pueblo al que no le dejan tener su propio estado en la historia.




“Fue un día triste del aciago mes de Agosto.
El poeta no soportó una operación a corazón abierto,
el mismo estado en el que se encuentra su pueblo.
Esperemos que no se retrase por más tiempo
entre el silbido de las piedras y las balas de cañón
al fin, con su vuelo en tierra firme, la paloma”.

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