Antonio López. Lavabo y espejo, 1967. Museum of Fine Arts, Boston |
Amo todo cuanto me
abandona
Gamoneda
A Ángeles & Santi
MADRID again: la muda de piel.
EQUIPAJES.
Siempre hay una primera maleta, todo aquello que se lleva uno consigo, lo
propio. Deshacerse de papeles, ropa, objetos varios, comunidades de cosas en el
trasiego interminable de una mudanza intercontinental parece una epopeya
truncada. Nada que pueda formar parte del viaje extraña lo anterior,
convertimos lo pasajero en totalidad. Las maletas son una apariencia dinámica
del movimiento del yo, aparición de sí.
UN
MAPA del metro que da vida al
inframundo subterráneo, sumergirse en su deambulear sincronizante junto a otros
congéneres del Madrid en plural, multiversico, conjunción de pasadizos, escaleras, plataformas. El
hiperdestino cotidiano.
CASA
de poeta y fotógrafo, metro del barrio de la Concepción, a la llegada dos gatas
gatunas, libros y más libros en el porvenir, fraternidad infinita y trasiegos
comunes, cáscaras de mandarina en el bolsillo de la chaqueta. Reconocer en un
santiamén ciertas estrellas del pasado, un mismo cielo, la bocanada de oxígeno
renovadora, el diálogo trascendental con el semejante, la mano tomada de la
compañera presentida a cada paso sucedido. De fondo suena Royksopp, so easy.
HUMMUS, mahshi, zahatar. Nada más llegar a Mayrit
el sabor de lo familiar íntimo, bondades del paladeo infantil, té: la vida
misma. Un paseo por los alrededores de la mezquita en la M30. Un verde
relumbrante. Compartir con los poetas árabes una velada más en esta ciudad
significa retomar el otro yo, ese con el que no puedo hablar nunca en su idioma
pero está a cada paso, medialuna a la par, nunca lejos.
BOJEO del atardecer, la permanencia del sunset en
todo memorial, afuera un jardín vecinal con cedro del atlas, meridiano de la
estadía, intermedio supremo sideral.
Samir Delgado, Cuadernos
de viaje (2016)
El olor de mi vida en esos pasos. Feliz metaMayrit.
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