lunes, 19 de diciembre de 2016

La capilla atlántica de Manuel Padorno en Madrid

La luna del mediodía, Capilla atlántica
2000. Acrílico sobre cartulina. 36 x 51 cms.

Poemas inéditos, trípticos oceánicos, restos fósiles de la Playa de Las Canteras en Madrid. Las obras completas de Manuel Padorno que han comenzado a ser editadas por Pre-Textos tienen su otro lado en la nave de varias plantas localizada en San Sebastián de los Reyes, lugar escogido por los herederos del escritor nacido en Tenerife en 1933, que han conservado buena parte del legado pictórico y literario tras su fallecimiento en 2002. Y es que el futuro del árbol de luz, del nómada urbano, del ingenio padorniano está garantizado y más vivo que nunca, para mayor gloria además del imaginario de la insularidad atlántica que representa el conjunto total de una obra poética esclarecedora y vislumbrante del transcurso de la democracia y la autonomía en Canarias.

Manuel Padorno significó mucho en su periplo de vida para los demás,  para las islas y para el entorno literario que animó junto a Josefina Betancor en la mítica editorial JB. Los hallazgos de su escritura volcada en el universo simbólico del azul atlántico otorgaron a la poesía en español contemporánea un pico de alcance filosófico que desentrañó una deriva lírica personalísima y de enorme potencial expresivo, difícilmente reducible a las tendencias de la experiencia y de la conciencia, más a caballo entre el pulso epistémico y un punto de inflexión tardío en torno a la interrogante permanente sobre la conformación de la proyección creativa del poeta en el espacio universal de la isla y del propio decurso de la modernidad.

Cuando en 1978 se anunció la exposición de su obra gráfica en la sala del cine Griffith de Madrid ya el poeta desarrollaba en su adentro el camino hacia una metafísica de la luz, el cosmorama esencial de una insularidad desentrañada en su visión tricontinental, a través de declaraciones como la del Manifiesto de El Hierro y los posteriores textos sobre la identidad de la comarca atlántica. Más tarde vendría la residencia definitiva en Las Palmas de Gran Canaria, el colofón absoluto para una producción estética del artista que todavía espera una importante retrospectiva, el reconocimiento definitivo de todos los públicos y de la crítica especializada, el anclaje natural de su cosmovisión novoedénica al devenir histórico de la sociedad canaria actual. 

La aspiración universal de la recreación padorniana del mundo está vinculada a los paisajes con un aura superviviente al merchandising del turismo de masas. Su nube rosa, la pirámide y el vaso, la gaviota de luz contienen unos parámetros éticos que resuelven las múltiples problemáticas derivadas de la pérdida de valores patrimoniales y la crisis ecológica sin precedentes del nuevo milenio, todo ello junto al incuestionable derecho a la libre creación del poeta, la soberanía individual y el anhelo de otro lado heredado del pensamiento utópico.

La imagen y el verbo poético de Manuel Padorno ofrecen a las nuevas generaciones el ejemplo de una continuación fértil y productiva, a nivel creativo, para la reflexión del curso de la historia y el lugar de las islas en el planeta, la feliz determinación insular del paisaje atlántico y la epifanía de un nomadismo irreverente. Él experimentó a todas luces el metabolismo del lenguaje, la psicogeografía urbana, los métodos de búsqueda, hallazgo y extravío de los sentidos a pie de playa, sus cuadros y sus libros, ontología resumida ahora en su memorial de vida, la capilla atlántica de Madrid.

*Publicado en el suplemento El Perseguidor, Diario de Avisos, diciembre 2016, Canarias

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