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Poemas
inéditos, trípticos oceánicos, restos fósiles de la Playa de Las Canteras en
Madrid. Las obras completas de Manuel Padorno que han comenzado a ser editadas por
Pre-Textos tienen su otro lado en la nave de varias plantas localizada en San
Sebastián de los Reyes, lugar escogido por los herederos del escritor nacido en
Tenerife en 1933, que han conservado buena parte del legado pictórico y literario
tras su fallecimiento en 2002. Y es que el futuro del árbol de luz, del nómada
urbano, del ingenio padorniano está garantizado y más vivo que nunca, para
mayor gloria además del imaginario de la insularidad atlántica que representa
el conjunto total de una obra poética esclarecedora y vislumbrante del transcurso
de la democracia y la autonomía en Canarias.
Manuel Padorno significó mucho en su periplo de vida
para los demás, para las islas y para el
entorno literario que animó junto a Josefina Betancor en la mítica editorial
JB. Los hallazgos de su escritura volcada en el universo simbólico del azul
atlántico otorgaron a la poesía en español contemporánea un pico de alcance
filosófico que desentrañó una deriva lírica personalísima y de enorme potencial
expresivo, difícilmente reducible a las tendencias de la experiencia y de la
conciencia, más a caballo entre el pulso epistémico y un punto de inflexión tardío
en torno a la interrogante permanente sobre la conformación de la proyección
creativa del poeta en el espacio universal de la isla y del propio decurso de
la modernidad.
Cuando en 1978 se anunció la exposición de su obra
gráfica en la sala del cine Griffith de Madrid ya el poeta desarrollaba en su
adentro el camino hacia una metafísica de la luz, el cosmorama esencial de una
insularidad desentrañada en su visión tricontinental, a través de declaraciones
como la del Manifiesto de El Hierro y los posteriores textos sobre la identidad
de la comarca atlántica. Más tarde vendría la residencia definitiva en Las
Palmas de Gran Canaria, el colofón absoluto para una producción estética del
artista que todavía espera una importante retrospectiva, el reconocimiento
definitivo de todos los públicos y de la crítica especializada, el anclaje
natural de su cosmovisión novoedénica al devenir histórico de la sociedad
canaria actual.
La aspiración universal de la recreación padorniana del
mundo está vinculada a los paisajes con un aura superviviente al merchandising
del turismo de masas. Su nube rosa, la pirámide y el vaso, la gaviota de luz contienen
unos parámetros éticos que resuelven las múltiples problemáticas derivadas de
la pérdida de valores patrimoniales y la crisis ecológica sin precedentes del
nuevo milenio, todo ello junto al incuestionable derecho a la libre creación
del poeta, la soberanía individual y el anhelo de otro lado heredado del
pensamiento utópico.
La imagen y el verbo poético de Manuel Padorno ofrecen
a las nuevas generaciones el ejemplo de una continuación fértil y productiva, a
nivel creativo, para la reflexión del curso de la historia y el lugar de las
islas en el planeta, la feliz determinación insular del paisaje atlántico y la
epifanía de un nomadismo irreverente. Él experimentó a todas luces el
metabolismo del lenguaje, la psicogeografía urbana, los métodos de búsqueda,
hallazgo y extravío de los sentidos a pie de playa, sus cuadros y sus libros,
ontología resumida ahora en su memorial de vida, la capilla atlántica de
Madrid.
*Publicado
en el suplemento El Perseguidor, Diario de Avisos, diciembre 2016, Canarias
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