domingo, 1 de abril de 2018

“El hombre está hoy más solo que nunca” Entrevista a Patxi Andión

El cantautor y poeta Patxi Andion (Madrid, 1947)

Tras una trayectoria profesional de larga estela como cantautor, artista comprometido y profesor universitario, la famosa frase de Rimbaud vale como inicio. ¿Qué opinas sobre la declaración de que el arte es para cambiar la vida? ¿Te ha cambiado la vida el arte?

El arte es conciencia. Toda objetualización de una creatividad termina siendo un instrumento para el cambio. Y si no es así pues es una concepción eufemística del arte. Yo entiendo que el arte, igual que la comunicación, tiene que tener la intención de producir cambio en el otro, porque si no el arte, y sobre todo algunas artes, no tendrían mucho sentido. Si el objetivo de la obra de arte está en el propio proceso de construir un objeto y una vez construido un objeto dejarlo en sí mismo, pues entonces no merecería la pena. Aparte estaría en rigurosa contradicción con el origen de la representación artística, que siempre es sagrado. Está claro que cuando se empiezan a construir las primeras vírgenes neolíticas, lo que están haciendo es aduciendo a una conciencia, la fertilidad en el caso de las vírgenes. En definitiva, lo que hay ahí es un espíritu religioso, una espiritualidad. Para qué va a ser la espiritualidad si no es para mejorar y darle más cualidad a la vida humana, elevarla de las propias miserias de la vida material.

Se suele decir también, es otro de los referentes clásicos, que la patria del hombre es su infancia. Me gustaría mencionar la etapa de su juventud. ¿Cuáles fueron sus primeros pinitos artísticos, las influencias de los momentos más tiernos que determinaron su iniciación en el mundo de la música y de la creatividad?

Yo vengo de una familia donde la música estaba tremendamente presente. Mi madre cantaba maravillosamente, tenía una de esas voces que cuando uno la escucha gira necesariamente la cabeza para ver de dónde viene. Tenía un color, un timbre muy característico, muy propio, muy diferente. Tuvo muchas ofertas de profesionalización, pero bueno, fue una mujer que había sido una activista sindical, muy revolucionaria y entendía que tenía que hacer otras cosas. Su madre, mi abuela materna, había sido soprano profesional, un primo hermano de mi abuela era Jacinto Guerrero, compositor de ópera y de zarzuela. Consecuentemente yo desde que nazco estoy en ese entorno de personas que escuchan música. De hecho yo la primera vez que actúo en público fue tres días antes de cumplir los cinco años en una radio, Radio Madrid, donde hago una interpretación del niño Jesús en una obra navideña. Yo provengo de una familia profundamente atea, pero bien, estas cosas suelen pasar. Por otro lado, es la imagen de mi padre leyendo solo, con un flexo antiguo que tenía como una pantalla de hojalata, y las bombillas calentaban aquella pantalla. Entonces mi padre leyendo en invierno con una manta sobre los hombros, como haciendo una especie de tienda de campaña sobre la mesa del comedor y seguramente aprovechando el calor de eso, leyendo por la noche porque era la época en la que las dificultades económicas hacían que en mi casa, lo que mi padre leía eran libros alquilados, y se alquilaban por un tiempo. Cuanto más tiempo, más caro era el alquiler. Entonces había cosas que las leía de manera express.

Dicen que la música amansa a las fieras. A Orfeo también le devoraron los seres de la naturaleza por tocar tan tristemente la lira. La música también puede ser una forma de despertar conciencias. En América latina especialmente con la canción protesta. ¿Cómo se ubica en esa época transcendental para el auge del movimiento contracultural, como cantautor en los preámbulos de la transición y de la democracia en España. ¿Cómo se siente pasado el tiempo al respecto?

Por un lado, la música y concretamente la canción. Yo empiezo a hacer canciones cuando mi formación técnica musical termina de granar con la concienciación cultural, social y política. Por lo tanto, la motivación fundamental para hacer una canción es intervenir. La música que yo empiezo a hacer es lo que llamaríamos canción de intervención. En aquel momento evidentemente, con una dificultad de expresión personal, cultural, sociológica, la canción de intervención era una canción protesta. Mi padre sale de la cárcel en 1947 y yo nazco en 1947, soy un hijo de la libertad. Mi padre luchó en el bando republicano y fue represaliado, fue a la cárcel, se le condenó a muerte, que luego no se hizo realidad, dos de mis tíos fueron fusilado. Pertenezco a una familia de intervención política, social y culturalmente hablando, y yo tengo también esa base. En un momento dado eso se juntó y me hace empezar a hacer canción social y política, con una primera preocupación cultural. Yo grabo en 1968 mi primer disco, aunque sale en 1969 cuando me dijeron que íbamos a salir como un álbum. Aquello funcionó pese a las dificultades. Salió la cara A prohibida y a los quince días prohibieron la cara B. Yo empiezo a hacer ese tipo de música que es la música que he seguido haciendo toda mi vida. Hay un momento en el año 74-75 que tengo una enorme trascendencia popular, y entonces eso pues te lleva a otros lugares, sobre todo a que otras instancias del mundo de la comunicación se fijen en ti, y entonces empiezas a ser, a parecer en sitios donde otros cantautores de tu nivel no aparecen. Eso inicia una dinámica de trabajo comercial, de relaciones discográficas, y por otro lado la primera transición implica, como siempre pasa con la revolución, que es que el espíritu revolucionario llega hasta la consecución de la revolución, y a partir de ahí, evidentemente, entran otros factores en juego y hay determinadas cosas que hay que empezar a pasar página de algunos cantautores como Ramón, Paco Ibáñez, o yo mismo. Eso tiene como consecuencia paralelamente mi desarrollo universitario, en el año 85-86, y afortunadamente la universidad es la que me ayuda a ese proceso hasta que al cabo de unos años ese proceso se ha terminado de digerir y yo tengo la sensación de que puedo volver a retomar el lugar por donde yo estaba. Volver a retomar los conciertos de guitarra y voz, y volver a grabar cosas en las que yo creo que hay que hacer, y poniendo el dedo en la llaga que creo que hay que ponerlo. Entonces ese es el final de los últimos tiempos.

Tras una gira pasada por Portugal, desarrolla su labor docente en la UCLM. Esa combinación del papel creador con la de docente la ha ido acumulando en el tiempo. ¿Cómo ve la situación en el mundo de la Universidad y de los jóvenes creadores?

Probablemente podamos estar en el camino de que los próximos años surja una generación de gente de cantautores que también estén ahí. Hasta ahora, exceptuando alguno, la verdad es que ha habido mucho adocenamiento y mucha dedicación a la explotación comercial, a la repetición de sí mismos. Hay mucho creador que se ha dedicado no solo a repetirse sino a explotar esa repetición, cosa que a mí me parece rigurosamente válida. Hay pintores que se han dedicado durante 30 años a pintar el mismo cuadro y consecuentemente a mí me parece absolutamente legítimo. Evidentemente para que todo esto avance es necesario un espíritu de rebeldía y después un camino de experimentación. Yo intuyo en los nuevos cantautores que hay algunos que tienen aprecio, no me refiero a aprecio en cuanto a la figura del maestro que está ahí haciendo cosas, sino que hay cosas por decir, que es lo más importante. En la rebelión y en la experimentación es donde está el futuro de la renovación.

Hablando de futuro, usted está especializado en Ciencias de la Información. Me interesa su reflexión sobre el impacto de los mass media y el trabajo periodístico en todas sus facetas, ¿cómo se ve desde el mundo de la academia el universo de los medios de comunicación de masas en el día a día?

Yo creo que en teoría de la comunicación yo no he conocido a ningún comunicólogo que haya renegado de McLuhan. El medio, como su propio nombre indica, va condicionando no solamente el concepto, sino también el discurso. Yo soy un hijo de la radio. En mi casa, cuando yo era pequeñito, lo que había en la cocina era una repisa y una radio Philips, y aquello era casi como la hornacina de los santos que hay comúnmente en algunas casas en Latinoamérica. Claro, la transición que hay en el carácter de los medios y en el discurso de los medios es tremenda. De la radio a la televisión y al mundo digital, la diferencia es enorme. Yo creo que todo va acumulándose y todo va dando cabida a lo anterior, consecuentemente la escritura no borra la memoria del hombre, y yo entiendo que los medios van acumulando realmente. Lo que pasa es que al final, como conclusión, es que la globalización, la comunicación globalizada, según ha ido avanzando, ha ido dejando solo al hombre. Yo entiendo que el hombre está hoy más solo que nunca. Es verdad que está también más libre que nunca. Yo creo que en el concepto de proceso el hombre es más libre, pero si quitamos la concepción, o si variamos el modelo de comunicación de proceso a un proceso más hermenéutico, más interpretativo, pues entonces ahí el aspecto cualitativo baja mucho. Yo creo que el hombre está más solo y hay más paletos digitales que nunca.

Háblenos de su último disco, Cuatro días de Mayo, y el libro de poesía Breverías. ¿En qué lugar se encuentra ahora mismo en su trabajo de difusión creativa?
                                 
Breverías es un libro de versos sueltos, ni siquiera de versos, yo digo que son sueltos. Puede que en algún caso sean sueltos poéticos pero en definitiva son impresiones, y en el prólogo digo que se parecen más a los gestos físicos que a otras cosas, es decir, un movimiento que se dibuja y que empieza y termina en sí mismo. Siempre estamos hablando, refiriéndonos a algo que ha dejado de ser, cosas que escribí y que escribiéndolas dejan de ser. El libro responde a varias personas que pedían su publicación, y ahí está publicado para que no quede que yo quiera ocultar algo de lo que hago. El disco, Cuatro días de mayo, es el primer disco en directo de mi carrera, el vigésimo de mi carrera. Es el primero después de 46 años porque yo nunca he creído en el directo. El directo es una polaroid que quiere o pretende ser un largometraje. Es la propia vida del músico, la propia trayectoria, y lo maravilloso es ir viendo en diferentes circunstancias al músico haciendo en directo diferentes cosas. Pero bueno, algo hay que dejar, porque no tenía nada en directo y elegí que se grabaran esos 4 conciertos de 2011 en Portugal, que fue Lisboa, Oporto, Figueira da Foz y Guarda e Porto. Sobre todo en Figueira, en Casa da Música, porque la sala sinfónica de ese teatro tiene fama de tener una sonoridad muy especial. El diseño es de Óscar Mariné en blanco y negro, porque yo quería algo muy elemental y sobre todo muy sintético; y también muy poco elaborada, muy instantánea. No hay ninguna foto retocada, no hay photoshop en ninguna de las fotos pese a lo que me recomendaron, porque mi intención era que no hubiese trampa por nuestra parte.  El disco está teniendo buena acogida y elegido en diferentes sitios como disco del mes.

¿Qué significan ciudades como Cuenca para usted? Siendo una ciudad que fue republicana, que asumió un papel protagonista en el auge del arte contemporáneo en el Estado Español, es un lugar del imaginario quijotesco, y es una ciudad donde tenemos el placer de tenerle como profesor

 Cuenca es una ciudad levítica, es una ciudad mágica. Cuando a mí me proponen venirme de la Complutense a la UCLM me proponen la cátedra de sociología en Albacete, o me proponen la titularidad en Bellas Artes. Yo elijo venir aquí, pero podría haber elegido la cátedra en Albacete. Yo tenía la sensación de que en Albacete y en la sociología no tenía mucho que hacer, no tenía mucho desarrollo, mientras que en Bellas Artes sí, Bellas Artes evidentemente iba a estar más en relación conmigo. Elegí Cuenca en ese sentido, que es una ciudad mágica y estoy encantado con ella.

Entrevista publicada en “Las Noticias de Cuenca”, Samir Delgado (2014)
Fotografías y transcripción de voz José M. Sanz

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