El cantautor y poeta Patxi Andion (Madrid, 1947) |
Tras
una trayectoria profesional de larga estela como cantautor, artista
comprometido y profesor universitario, la famosa frase de Rimbaud vale como
inicio. ¿Qué opinas sobre la declaración de que el arte es para cambiar la
vida? ¿Te ha cambiado la vida el arte?
El arte es conciencia. Toda objetualización de una
creatividad termina siendo un instrumento para el cambio. Y si no es así pues
es una concepción eufemística del arte. Yo entiendo que el arte, igual que la
comunicación, tiene que tener la intención de producir cambio en el otro,
porque si no el arte, y sobre todo algunas artes, no tendrían mucho sentido. Si
el objetivo de la obra de arte está en el propio proceso de construir un objeto
y una vez construido un objeto dejarlo en sí mismo, pues entonces no merecería
la pena. Aparte estaría en rigurosa contradicción con el origen de la
representación artística, que siempre es sagrado. Está claro que cuando se empiezan
a construir las primeras vírgenes neolíticas, lo que están haciendo es aduciendo
a una conciencia, la fertilidad en el caso de las vírgenes. En definitiva, lo
que hay ahí es un espíritu religioso, una espiritualidad. Para qué va a ser la
espiritualidad si no es para mejorar y darle más cualidad a la vida humana,
elevarla de las propias miserias de la vida material.
Se
suele decir también, es otro de los referentes clásicos, que la patria del
hombre es su infancia. Me gustaría mencionar la etapa de su juventud. ¿Cuáles
fueron sus primeros pinitos artísticos, las influencias de los momentos más
tiernos que determinaron su iniciación en el mundo de la música y de la
creatividad?
Yo vengo de una familia donde la música estaba tremendamente
presente. Mi madre cantaba maravillosamente, tenía una de esas voces que cuando
uno la escucha gira necesariamente la cabeza para ver de dónde viene. Tenía un
color, un timbre muy característico, muy propio, muy diferente. Tuvo muchas
ofertas de profesionalización, pero bueno, fue una mujer que había sido una
activista sindical, muy revolucionaria y entendía que tenía que hacer otras
cosas. Su madre, mi abuela materna, había sido soprano profesional, un primo
hermano de mi abuela era Jacinto Guerrero, compositor de ópera y de zarzuela.
Consecuentemente yo desde que nazco estoy en ese entorno de personas que
escuchan música. De hecho yo la primera vez que actúo en público fue tres días
antes de cumplir los cinco años en una radio, Radio Madrid, donde hago una
interpretación del niño Jesús en una obra navideña. Yo provengo de una familia
profundamente atea, pero bien, estas cosas suelen pasar. Por otro lado, es la
imagen de mi padre leyendo solo, con un flexo antiguo que tenía como una
pantalla de hojalata, y las bombillas calentaban aquella pantalla. Entonces mi
padre leyendo en invierno con una manta sobre los hombros, como haciendo una
especie de tienda de campaña sobre la mesa del comedor y seguramente
aprovechando el calor de eso, leyendo por la noche porque era la época en la
que las dificultades económicas hacían que en mi casa, lo que mi padre leía
eran libros alquilados, y se alquilaban por un tiempo. Cuanto más tiempo, más
caro era el alquiler. Entonces había cosas que las leía de manera express.
Dicen
que la música amansa a las fieras. A Orfeo también le devoraron los seres de la
naturaleza por tocar tan tristemente la lira. La música también puede ser una
forma de despertar conciencias. En América latina especialmente con la canción
protesta. ¿Cómo se ubica en esa época transcendental para el auge del movimiento
contracultural, como cantautor en los preámbulos de la transición y de la
democracia en España. ¿Cómo se siente pasado el tiempo al respecto?
Por un lado, la música y concretamente la canción. Yo
empiezo a hacer canciones cuando mi formación técnica musical termina de granar
con la concienciación cultural, social y política. Por lo tanto, la motivación
fundamental para hacer una canción es intervenir. La música que yo empiezo a
hacer es lo que llamaríamos canción de intervención. En aquel momento
evidentemente, con una dificultad de expresión personal, cultural, sociológica,
la canción de intervención era una canción protesta. Mi padre sale de la cárcel
en 1947 y yo nazco en 1947, soy un hijo de la libertad. Mi padre luchó en el
bando republicano y fue represaliado, fue a la cárcel, se le condenó a muerte,
que luego no se hizo realidad, dos de mis tíos fueron fusilado. Pertenezco a
una familia de intervención política, social y culturalmente hablando, y yo tengo
también esa base. En un momento dado eso se juntó y me hace empezar a hacer
canción social y política, con una primera preocupación cultural. Yo grabo en 1968 mi primer disco,
aunque sale en 1969 cuando me dijeron que íbamos a salir como un álbum. Aquello
funcionó pese a las dificultades. Salió la cara A prohibida y a los quince días
prohibieron la cara B. Yo empiezo a hacer ese tipo de música que es la música
que he seguido haciendo toda mi vida. Hay un momento en el año 74-75 que tengo
una enorme trascendencia popular, y entonces eso pues te lleva a otros lugares,
sobre todo a que otras instancias del mundo de la comunicación se fijen en ti,
y entonces empiezas a ser, a parecer en sitios donde otros cantautores de tu
nivel no aparecen. Eso inicia una dinámica de trabajo comercial, de relaciones
discográficas, y por otro lado la primera transición implica, como siempre pasa
con la revolución, que es que el espíritu revolucionario llega hasta la
consecución de la revolución, y a partir de ahí, evidentemente, entran otros
factores en juego y hay determinadas cosas que hay que empezar a pasar página
de algunos cantautores como Ramón, Paco Ibáñez, o yo mismo. Eso tiene como
consecuencia paralelamente mi desarrollo universitario, en el año 85-86, y
afortunadamente la universidad es la que me ayuda a ese proceso hasta que al
cabo de unos años ese proceso se ha terminado de digerir y yo tengo la
sensación de que puedo volver a retomar el lugar por donde yo estaba. Volver a
retomar los conciertos de guitarra y voz, y volver a grabar cosas en las que yo
creo que hay que hacer, y poniendo el dedo en la llaga que creo que hay que
ponerlo. Entonces ese es el final de los últimos tiempos.
Tras
una gira pasada por Portugal, desarrolla su labor docente en la UCLM. Esa combinación
del papel creador con la de docente la ha ido acumulando en el tiempo. ¿Cómo ve
la situación en el mundo de la
Universidad y de los jóvenes creadores?
Probablemente podamos estar en el camino de que los próximos
años surja una generación de gente de cantautores que también estén ahí. Hasta
ahora, exceptuando alguno, la verdad es que ha habido mucho adocenamiento y
mucha dedicación a la explotación comercial, a la repetición de sí mismos. Hay
mucho creador que se ha dedicado no solo a repetirse sino a explotar esa
repetición, cosa que a mí me parece rigurosamente válida. Hay pintores que se
han dedicado durante 30 años a pintar el mismo cuadro y consecuentemente a mí me
parece absolutamente legítimo. Evidentemente para que todo esto avance es necesario
un espíritu de rebeldía y después un camino de experimentación. Yo intuyo en
los nuevos cantautores que hay algunos que tienen aprecio, no me refiero a
aprecio en cuanto a la figura del maestro que está ahí haciendo cosas, sino que
hay cosas por decir, que es lo más importante. En la rebelión y en la
experimentación es donde está el futuro de la renovación.
Hablando
de futuro, usted está especializado en Ciencias de la Información. Me
interesa su reflexión sobre el impacto de los mass media y el trabajo
periodístico en todas sus facetas, ¿cómo se ve desde el mundo de la academia el
universo de los medios de comunicación de masas en el día a día?
Yo creo que en teoría de la comunicación yo no he conocido a
ningún comunicólogo que haya renegado de McLuhan. El medio, como su propio
nombre indica, va condicionando no solamente el concepto, sino también el
discurso. Yo soy un hijo de la radio. En mi casa, cuando yo era pequeñito, lo
que había en la cocina era una repisa y una radio Philips, y aquello era casi
como la hornacina de los santos que hay comúnmente en algunas casas en
Latinoamérica. Claro, la transición que hay en el carácter de los medios y en
el discurso de los medios es tremenda. De la radio a la televisión y al mundo
digital, la diferencia es enorme. Yo creo que todo va acumulándose y todo va
dando cabida a lo anterior, consecuentemente la escritura no borra la memoria
del hombre, y yo entiendo que los medios van acumulando realmente. Lo que pasa
es que al final, como conclusión, es que la globalización, la comunicación
globalizada, según ha ido avanzando, ha ido dejando solo al hombre. Yo entiendo
que el hombre está hoy más solo que nunca. Es verdad que está también más libre
que nunca. Yo creo que en el concepto de proceso el hombre es más libre, pero
si quitamos la concepción, o si variamos el modelo de comunicación de proceso a
un proceso más hermenéutico, más interpretativo, pues entonces ahí el aspecto
cualitativo baja mucho. Yo creo que el hombre está más solo y hay más paletos
digitales que nunca.
Háblenos
de su último disco, Cuatro días de Mayo, y el libro de poesía Breverías. ¿En
qué lugar se encuentra ahora mismo en su trabajo de difusión creativa?
Breverías es un libro de versos sueltos, ni siquiera de
versos, yo digo que son sueltos. Puede que en algún caso sean sueltos poéticos
pero en definitiva son impresiones, y en el prólogo digo que se parecen más a
los gestos físicos que a otras cosas, es decir, un movimiento que se dibuja y
que empieza y termina en sí mismo. Siempre estamos hablando, refiriéndonos a
algo que ha dejado de ser, cosas que escribí y que escribiéndolas dejan de ser.
El libro responde a varias personas que pedían su publicación, y ahí está
publicado para que no quede que yo quiera ocultar algo de lo que hago. El
disco, Cuatro días de mayo, es el primer disco en directo de mi carrera, el
vigésimo de mi carrera. Es el primero después de 46 años porque yo nunca he creído
en el directo. El directo es una polaroid que quiere o pretende ser un
largometraje. Es la propia vida del músico, la propia trayectoria, y lo
maravilloso es ir viendo en diferentes circunstancias al músico haciendo en
directo diferentes cosas. Pero bueno, algo hay que dejar, porque no tenía nada
en directo y elegí que se grabaran esos 4 conciertos de 2011 en Portugal, que
fue Lisboa, Oporto, Figueira da Foz y Guarda e Porto. Sobre todo en Figueira,
en Casa da Música, porque la sala sinfónica de ese teatro tiene fama de tener
una sonoridad muy especial. El diseño es de Óscar Mariné en blanco y negro, porque
yo quería algo muy elemental y sobre todo muy sintético; y también muy poco
elaborada, muy instantánea. No hay ninguna foto retocada, no hay photoshop en
ninguna de las fotos pese a lo que me recomendaron, porque mi intención era que
no hubiese trampa por nuestra parte. El
disco está teniendo buena acogida y elegido en diferentes sitios como disco del
mes.
¿Qué
significan ciudades como Cuenca para usted? Siendo una ciudad que fue
republicana, que asumió un papel protagonista en el auge del arte contemporáneo
en el Estado Español, es un lugar del imaginario quijotesco, y es una ciudad
donde tenemos el placer de tenerle como profesor
Cuenca es una ciudad
levítica, es una ciudad mágica. Cuando a mí me proponen venirme de la Complutense a la UCLM me proponen la cátedra
de sociología en Albacete, o me proponen la titularidad en Bellas Artes. Yo
elijo venir aquí, pero podría haber elegido la cátedra en Albacete. Yo tenía la
sensación de que en Albacete y en la sociología no tenía mucho que hacer, no
tenía mucho desarrollo, mientras que en Bellas Artes sí, Bellas Artes
evidentemente iba a estar más en relación conmigo. Elegí Cuenca en ese sentido,
que es una ciudad mágica y estoy encantado con ella.
Entrevista publicada en “Las
Noticias de Cuenca”, Samir Delgado (2014)
Fotografías y
transcripción de voz José M. Sanz
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