Alex Katz, January snow (1993) |
¿Tal vez un año a otro
sobreviene
como cae la nieve
o como las palabras de un
poema?
BORIS PASTERNAK
*
LA nieve en la rama del árbol.
Las cumbres planas del cuadro sucumben al color vegetal del invierno. Su
duración asimila el lento proceso de secado- postergación del silencio- con la
misma propulsión húmeda de la tinta china. Hay en esta nieve una vocación
perpetua. Apenas anochece para ellas. Son un sol frío sobre la madera mínima.
El letargo del blanco amilana los atardeceres en crudo. Si como dijo Kandinsky
las plantas son una conjunción de puntos y líneas, hay así tanta realidad
viviente en el cuadro como en la naturaleza. Ambas orillas, la del lienzo y la
del invierno, sueñan con volverse juntas hacia sí.
*
LA temperatura nívea está fuera
de dudas. Su frialdad atestigua las vigilias fértiles de los ángeles. Cada
fuente del blanco nutre de líquidos la realidad, así el frío expande la fuerza
motriz de los caudales infinitos del color neutro. Pienso en la semejanza
simbólica entre la nieve y la tinta del poema. Parecen juntas una dicotomía
irresoluble. Sin embargo se bastan cada una en sus reinos soberanos para dar
sustancia al paisaje invernal. Los primeros bocetos de luz anticipan la nevada
prematura. Amenazan con instalarse en los tejados del tiempo, vienen ellas
solas del horizonte subjetivo del artista hacia el atardecer interior del
marco.
*
A solas el pájaro carpintero
posará de lleno su fugitiva silueta sobre las cortezas gélidas del atardecer.
Invisible para el absoluto prisma de cualquier mirada, su presencia timbra ecos
indómitos en el más acá del tronco matriz anterior. Aquí lo silvestre pasajero
adquiere altos vuelos imaginarios. ¿De dónde proviene el pájaro carpintero? La
sombra exterior- azul oscuro casi griego- es el predilecto quehacer de lo
inaudito terrestre. Y algo de pájaro carpintero tiene la mano del artista: es
la nieve para el año nuevo.
Maybe a year overcomes another,
just like falling snow,
or the words of a poem?
BORIS PASTERNAK
The snow over the tree´s branch. The plane summits from
the painting fall upon the fruitful color of winter. Its spell grasps the slow
process that is drying—moratorium of silence—with the same humid drive from the
Chinese ink. In this snow, we find a perpetual calling. It is barely dark for
them. It is a cold sun over the slightest piece of wood. The whiteness disinterest
agitates the rawness from the sunsets. If as Kandinsky said, plants are a
conjunction of lines and dots, there is in them such a living reality as much
in the painting as in nature. Both edges, from the canvas and of winter, desire
to become together, into one another.
*
The snow like temperature is doubtless. Its coldness
attests the fertile vigils from the angels. Every white fountain nurtures with
liquids the reality, thus making the cold the main force in the infinite stream
of neutral color. I think about the symbolic resemblance between the ink of the
poem and the snow. They seemed together an inexplicable dichotomy. Regardless,
each of them is capable in their own kingdoms to provide substance to the
wintery landscape. The first sketches full with light threaten to install
themselves over the rooftops of time, premature snowfall, they come together alone
in the artist´s subjective horizon towards the interior sunset of the frame.
*
Unattended, the woodpecker will firmly settle its
fugitive figure over the sunset´s icy rinds. Invisible for the absolute prism
of every glaze, its presence appears echoes near the insides of the log´s womb.
In here is where the wildlings passengers acquire the highest of the imaginary
flights. Where does the woodpecker came from? The outside shadow, the darkest
shade of blue, almost Greek, is the favorite burden from the silent earth. And
the woodpecker has something to do with the hand of the artist: it is the snow
for the New Year.
*Traducción al inglés de Layla
Benítez James
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