viernes, 31 de mayo de 2019

En el peso de una isla todo el amor de un pueblo. Tarajano in memoriam

Obra del artista canario Antonio Padrón
La mirada del poeta siempre tuvo una intensidad profunda, la de un abuelo que mira el mundo como si fuera un niño. Todo parecía ser mirado por primera vez. Su condición de emigrante retornado daba a su mirada un lado continental, de mayor peso que el de una isla. Era Venezuela, la patria de Bolívar, la que anochecía en sus pensamientos. El amor de Francisco Tarajano por las islas, el recuerdo de su vida en Venezuela y la pasión creativa por la literatura, le hacían un hombre de palabra, el honor de su mirada pertenece a la hondura de los siglos, a la historia de un pueblo, a la profundidad del corazón.

Todavía a su edad escribía todos los días, cada uno de sus poemas aquilataba la urdimbre de una personalidad singular, un poeta que echaba en el surco de sus devociones y quereres la entrega sincera a unos ideales que defendió toda la vida. Por eso Tarajano estará siempre en el terrero de la cultura, de la creación y de la identidad de Canarias. Tras su muerte el pasado noviembre a la edad de 94 años las islas se han quedado huérfanas, pues él era el poeta de los surcos y de las veredas, de la memoria del campo y de la emigración, del paisaje doliente y del compromiso cívico. Todos sus libros fueron producto del amor sincero y de la entrega en alma a la bondad de las islas, su registro sobrepasaba la espontaneidad de la décima y se acercaba a un plano de lo onírico real que conectaba directamente con el inconsciente colectivo de la sociedad canaria. Si una de las funciones de la poesía es dar un sentido a la vida y al paisaje, Tarajano se echó al hombro una responsabilidad histórica, algo así como el conocido verso del cubano Virgilio Piñera, “en el peso de una isla todo el amor de un pueblo”.

Hay hombres como él cada cien años, si acaso dos o tres. Pienso que Tarajano forma parte de la estirpe de los Guanartemes nobles y justos, la última vez que lo vi en vida reconocí en su mirada al abuelo de Canarias, al luchador incansable por la solidaridad con los pueblos. Él tuvo versos para Venezuela y Cuba, para el Sahara y Palestina, todos los pueblos que luchan por su libertad tienen a Tarajano consigo, por eso el poeta canario es universal, su canto trasciende las fronteras y se une al de otros poetas de otros pueblos y naciones. Si la palabra poética está considerada como uno de los referentes constitutivos de la identidad y de la cosmovisión de todas las culturas, la obra literaria de Tarajano ahonda en la defensa de todo aquello que constituye el alma de lo canario, desde la urdimbre trascendental de la toponimia a la proyección evocativa de un pueblo que en el último siglo ha visto el transcurso de los monocultivos y el desarrollismo de la modernidad.

Tarajano fue un hombre canario del siglo XXI, el suyo sigue siendo nuestro sueño, el de las islas que siguen latiendo juntas y unidas en el océano de la memoria. Lejos del elitismo de las academias y las rivalidades de los grupos literarios, Tarajano era como un roble, persistía ajeno a los laureles de los premios y de las generaciones. Al conocer su partida al otro lado recordé desde México a las personas que siempre han estado a su lado, al pueblo de Agüimes que le vio nacer y a la ciudad atlántica de Las Palmas de Gran Canaria que fue su refugio para la docencia y la poesía. El pueblo canario atesora en Francisco Tarajano la obra literaria y humana de un hombre con voz propia que hizo suyo el sudor, las penas e ilusiones de todo el archipiélago. No está de más recordarle en este solsticio de verano, desde hace unos meses existe por fortuna el Bosque de Tarajano en la Finca de Osorio, una iniciativa de familiares y amigos respaldaba por el propio Cabildo de Gran Canaria. Toda la luz de su obra poética tendrá refugio permanente en las bibliotecas de las islas y ya vendrán los estudios doctorales sobre un legado que abordó también de modo magistral todo el acervo popular del sur grancanario.

Fue un honor haberlo conocido en persona y tener sus libros entre los míos más queridos, Tarajano fue el poeta del origen guanche, de la savia ancestral, del corazón de más de cinco siglos que no detiene su latido,  a pesar de las injusticias y atropellos que han sufrido las islas en su travesía atlántica. Tarajano fue el poeta de Canarias, su marcha inició la cuenta atrás que otras generaciones deben asumir para el futuro de las islas. Su amor es nuestro y nunca olvidaremos a Tarajano, su vida permanece en nuestra memoria.


Samir Delgado, 2019

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