Serie "Urban fiction" de la artista china Xing Danwen |
Escribir en silencio se
parece a la lluvia. A estas horas hay millones de personas encerradas en sus
casas bajo la amenaza del contagio del coranavirus que ha propagado en China,
Italia y España un número despiadado de muertes. He recordado enseguida tras el
nuevo récord de fallecidos en Lombardía aquel libro de poesía de Edgar Lee
Masters titulado Antología de Spoon River, publicado en 1915 con sus doscientos
cincuenta epitafios en verso libre sobre la América profunda.
El libro lo tuve en mis
manos el otoño pasado en un mercado de Bolonia, entonces jamás imaginé lo que
sucedería y aquellos poemas eran realmente una señal premonitoria de lo que
pasaría en el norte de Italia. En México todavía la cuarentena es voluntaria
mayormente y escribo en vilo estas gotas de rabia y dolor al comienzo de la
primavera, mientras el colapso ha entrado de puntillas en la vida de la
ciudadanía. No obstante, a pesar de la galopante crisis de emergencia sanitaria
y los encierros domésticos que vaticinan un cambio radical en los modos de vida
del capitalismo tardío, hay un indicio de esperanza que se vislumbra en la
imaginación creativa de muchos ciudadanos que están multiplicando por medio de
los soportes electrónicos un mensaje de resistencia, abogando por los recitales
de poesía en streaming, compartiendo enlaces de películas y música para todos
los gustos. La vida permanece puertas adentro.
La consternación generalizada
ante las cifras fatídicas de la pandemia que continúa su camino mortífero no
impide que desde las profundidades del universo íntimo y cotidiano de muchos
hogares surjan gotas de agua, dispersas aún, con el halo espontáneo de la creatividad
y del ensueño por cambiar las cosas y empezar de nuevo. Parece que el colapso
social provocado por las cuarentenas y la suspensión extraordinaria del régimen
imperante de la economía global ha motivado una aceleración de partículas en
muchos lugares donde antes solo existía el creciente desierto posmoderno de la
inercia espectacular de los rendimientos productivos, el consumismo masivo y el
entretenimiento de masas.
Como en un cuento de
ciencia ficción de J.G Ballard, titulado Días maravillosos, en el que los turistas
ingleses retenidos por una crisis sin precedentes en los hoteles de Las Palmas
de Gran Canaria en julio de 1985 se distraen del aislamiento con obras de
teatro y otras ocupaciones culturales y que en la imaginación del escritor
inglés, nacido en China, vislumbraba nuevas formas de vida que antes eran
imposibles bajo la lógica perversa del sistema vacacional que acaba con todos
los oasis. Las islas siempre han sido un lugar de evocaciones utópicas y desde
hace siglos atesoran en su devenir histórico el signo del mestizaje y de la
exuberancia, de las posibilidades inéditas. En Canarias, los surrealistas
internacionales hace casi un siglo hicieron un llamamiento en favor de la
imaginación y de los sueños ante una Europa que se lanzaba al vacío de la
guerra mundial. Aunque ya el poder mediático de los turoperadores se han ocupado
desde entonces en convertir el paraíso de la Macaronesia, las islas
afortunadas, en un campo de concentración de cemento, diversión programada y
deterioro ecológico planificado.
A estas horas en que todo
el mundo sigue mirando hacia China por ser el origen del coronavirus, entre la
expectativa de una vacuna real en pugna por las gigantes farmacéuticas y las
sospechas de intelectuales como Noam Chomsky que advierten de la guerra
bacteriológica bajo intereses de los Estados Unidos, he recordado las
fotografías de la artista china Xing Danwen, que cuenta en su serie Urban
Fiction la vida de un colapso venidero en las grandes ciudades. La belleza
extrema de la luz y del vacío en la panorámica de unos edificios del futuro
evoca la permanencia de la vida humana a pesar del desfase irreversible de una
civilización tecnocrática que apenas está comenzando su conquista del espacio virtual.
Después del colapso debe
llegar un nuevo renacimiento. Así como escribir se parece a la lluvia, tras los
encierros colectivos volverá la vida de nuevo a las ciudades y solamente la
memoria de la herida y la imaginación desatada ante la necesidad de la supervivencia
podrán ofrecer en adelante una alternativa viable a un mundo encerrado en la
hiperpublicidad de los escaparates y el dogmatismo absolutista del dinero.
Volvamos de nuevo a las islas, a escribir sus horizontes. La única frontera que
nos separa es la muerte y hay razones infinitas para mantener viva la esperanza.
Samir
Delgado,
Marzo
2020
¡Qué interesante lo que nos compartes!
ResponderEliminarGracias por tus referencias en literatura y fotografía, que animan a conocer la diversidad de la cultura.
Hasta pronto y buenos tiempos para la creatividad y la solidaridad.
Certero tu enfoque, Samir. Un abrazo.
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