En la
ciudad de Almería, uno de los últimos reductos de la resistencia republicana
durante la guerra civil española, los turistas visitaban la red de túneles
subterráneos que fueron el refugio de urgencia para los ciudadanos ante los
bombardeos diarios de las tropas enemigas.
Allí,
casi un siglo después de la caída en racimo de los obuses, los visitantes tienen
ante sus ojos el lado oculto de la ciudad andaluza donde se encuentra la casa
del poeta José Ángel Valente. Bajo sus cimientos los turistas son testigos de
un dibujo infantil realizado sobre el cemento fresco de la contienda. Allí aparece
representado un avión de la época con una hilera de bombas lanzadas al vacío.
Esa
imagen trágica, inocente y anónima, en la caverna de la desmemoria civil, ha
perdurado hasta hoy como un símbolo del drama humano de todas las guerras. Es
el reflejo de la trascendencia de unos hechos en la historia que todavía
mantiene en vilo su llama esencial.
La interpelación
del pasado convoca por medio de la imagen a la toma de posición. La tibieza de
su luz clama justicia después del tiempo funesto del olvido.
En aquel
dibujo infantil de Almería se descifra el espanto de los aviones enemigos que
perduran por el hechizo de la imagen. La magia de toda pintura rupestre y
abstracta expresa la condición creativa de lo humano dijo Juan Eduardo Cirlot.
De ahí
que en ese dibujo hay un recuento preparativo para entender la vida de los
poetas del exilio que tuvieron tras la guerra civil española una acogida total
en América. Como el avión de Antoine Saint-Exupéry garabateado entre las
sombras.
Aquel dibujo
es un signo de la barbarie que perdura por el azar del destino con la misma
intensidad que su ayer originario. Los dibujos de Almería no pueden reducirse a
la recámara del souvenir y rememoran algo parecido a lo que sucede al abrir las
tapas de los libros de los poetas del otro refugio trasatlántico en México.
Sus palabras habitaron aquella misma profundidad del silencio. En el túnel de la historia late la imposición del fuego abierto. Lastre final y extraño de las tristes lejanías del exilio.
Sus palabras habitaron aquella misma profundidad del silencio. En el túnel de la historia late la imposición del fuego abierto. Lastre final y extraño de las tristes lejanías del exilio.
Samir Delgado, abril 2020
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