jueves, 28 de enero de 2021

"El primero en llegar a los muelles de Liverpool" Centenario de José María Millares Sall

 

Fotografía del poeta


Se cumple el centenario de José María Millares Sall, poeta nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1921, un año crucial en la geopolítica mundial y en la historia de las ideas. Fue el año en el que Wittgenstein publicó el Tractatus, Borges y Juan Ramón Jiménez fundaban manifiestos y revistas ese mismo año. Y en las islas mueren el modernista Tomás Morales y el romántico lagunero Tabares Bartlett como un signo de nuevos tiempos. 


Canarias abrió sus puertas a las vanguardias y tras la guerra civil implosionó un ambiente hostil para la vocación cosmopolita de nuestras letras. Sin duda, del siglo pasado para la literatura en español, el libro poético “Liverpool” del poeta canario ha representado un hito tardío, de la soledad universal de José María proviene ese talante del habitante insular que es capaz de reinventar el mundo a duras penas. Por suerte, la editorial Calambur en 2008 publicó nuevamente el texto y un ensayo de Jorge Rodríguez Padrón ha consolidado la atención de la crítica sobre la obra de uno más de los hermanos Millares. 


El libro que lleva por título la ciudad inglesa de Liverpool es un tesoro para la memoria colectiva, ahonda desde un verso libre innovador en el viaje imposible y la trascendencia de la voluntad. Justamente en Liverpool la huella de las islas por medio de la exportación del plátano fue decisiva. Incluso hay una escultura del artista japonés Taro Chiezo que se ha convertido en un símbolo llamado Super Lambanana, una figura mitad cordero y mitad banana que se parece a la presencia de las esculturas de los canes de la capital grancanaria. El arte conecta históricamente la relación de Liverpool y Canarias, a través de la compañía Fyffes que también daría nombre al campo de concentración franquista. Son los derroteros de la historia que establecen una sinergia emblemática entre las islas del mundo.


El poemario escrito por José María Millares Sall pertenece a una época de represión y desdicha, aunque como sucede en otras latitudes, la poesía es capaz de romper la barrera del sonido y abrir nuevos espacios de libertad inconmensurable. Este es el don y el presente de los poetas para las futuras generaciones, la palabra que se hace eternidad. Tras largas décadas de zozobra imperdonable, el texto inaugural de las míticas Planas de Poesía, fue el antecedente que vislumbró en la obra de José María Millares Sall una estela universal. Fue un exponente singular de la creación insular y formó parte de la Antología Cercada de 1947. Suyos son libros de una belleza total en décadas posteriores, desde Hago mía la luz de 1977 a Los espacios soñados y Las manos del aire de 1989, hasta llegar a títulos como Azotea Marina, Los pájaros de la playa o Sillas de finales de los 90, y Celdas o Cuartos de principios del nuevo siglo. Hoy en día se encuentran en librerías como auténticos vellocinos de oro libros suyos, los Cuadernos, Krak y No- Haiku. La presencia del poeta seguirá siendo decisiva en el panorama de la cultura.  


El azar providencial hizo aparición para serle concedido el Premio Canarias de Literatura en 2009 y a título póstumo el Premio Nacional de Poesía. Los hermanos Millares han personificado como nadie la fuerza creativa de una tierra privilegiada para las artes y las letras. Ahí quedan para la posteridad las arpilleras y los homúnculos de Manolo, los versos sociales de Agustín, la música de Totoyo y la pintura de Jane Millares. El propio José María aun sufriendo en carnes la represión franquista y el peso de la condición ultraperiférica, recibió en el último momento los laureles del reconocimiento en tierra isleña. Y no olvidemos a su compañera de viaje en la vida, Pino Betancor. Dedicó también su tiempo a la composición de letras para canciones y a la creación plástica, con la manufactura de libros artesanales. Nuestro poeta galardonado nunca fue garante de fastos institucionales y nos legó una imagen de hombre curtido por la madurez de la mejor letra impresa. Es un buen momento para que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y otras instituciones de la cultura insular consideren el valor de su centenario, para continuar abriendo puertas a la poesía cada vez más necesaria en tiempos de incertidumbre social.


José María Millares Sall era un poeta transversal y fue un argonauta capitalino que vio la luz primera en las calles de la Vegueta colonial. Viajó a Madrid en la típica odisea atlántica de poetas en busca del destino y volvió a su isla para habitar entre los mortales como un hombre con atributos en la Kakania decadente del turismo masivo. Yo lo veo así, el hierofante de la inspiración que citó Shelley en 1821, un siglo antes en defensa de la poesía y antes de remontar su vuelo, el poeta que pudo llegar el primero a los muelles de la imaginación desde las sombras del tiempo: Oh Liverpool, Liverpool. 


Publicado originalmente en el periódico Canarias 7




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