lunes, 15 de febrero de 2021

"Oda al volcán, César Manrique in memoriam" (Reseña del libro Pintura número 100) Por Felipe García Landín

 


Afirmaba Foucault que la  vida es una obra de arte en sí misma pero necesita que alguien le ponga color y poesía, forma e intensidad. El arte es la capacidad que tiene el ser humano de expresarse para así interpretar la realidad e imaginar otros mundos. Poesía y arte en general siempre han ido de la mano ya que poesía es una cualidad que suscita un sentimiento hondo de belleza y el arte nos ofrece diferentes formas de percibir el mundo -- real e imaginario-- y todo lo que lo conforma. Desde la Antigüedad escritores y pintores han tenido una relación estrecha, persistente y complementaria que se ha materializado en la poesía visual, los pictogramas y los caligramas. Pero también pintores y poetas han usado las dos formas de expresión indistintamente porque como bien sabía Pablo Picasso, poeta tardío, <<la pintura es poesía y siempre se escribe  en verso con rimas plásticas>>.  Muchos creadores se iniciaron en la pintura para acabar escribiendo  versos como Rafael Alberti que interpretaba las creaciones plásticas de Leonardo, El Greco, Goya y Picasso entre otros artistas. En Canarias Pino Ojeda y Juan Ismael constituyen claros ejemplos  de magníficos pintores que aprovecharon el lenguaje poético para enfatizar en sus versos el color, la forma y los sentimientos.  Luego están los poetas, solo poetas, que en algún momento se inspiraron en obras pictóricas para incorporarlas a su poética particular o simplemente – lo de sencillo es un decir-- hacer écfrasis, esto es, la descripción precisa y detallada de una obra artística con la finalidad de interpretarla y trascenderla. A esta tendencia pertenece Samir Delgado, Premio Internacional de Poesía Tomás Morales 2019 por su libro Pintura Número 100 (César Manrique in memoriam) que se suma así al homenaje del artista lanzaroteño por el centenario de su nacimiento.

La pintura número cien es para el poeta el cuadro inspirador de todo el poemario que va de la mano de César Manrique para encender <<el lenguaje secreto de la noche de un bosque de estrellas>>. La pintura número cien es el resultado de una búsqueda por parte de Manrique de un lenguaje pictórico personal insertado en la geografía volcánica de Lanzarote. <<El derrame volcánico>> de esta pintura áspera y rugosa como la lava se inflama de rojos anaranjados con <<efluvios candeales>> para germinar en un incendio de lavas y basalto al que nos lleva el poeta a través de este poemario lleno de musicalidad, pues el ritmo nos traslada al origen mismo de la isla antes de convertirse en el gánigo pintado << con la misma luz del reloj perdido de los volcanes>>. Esta oda a Lanzarote y a Manrique -- imposible disociarlos-- consta de 59 poemas que se distribuyen en seis secciones o cantos (El sueño, La pintura, Los volcanes, Los fósiles, La isla y El artista) que ensalzan la isla, su naturaleza y la mitología que la envuelve. Esta tierra retorcida y llena de soledades, varada en el océano, sueña con <<el agua de unos ojos>> que la fertilice y navegar de la mano del pintor (<< Un solo pincel para el conjuro del atlántico en el origen del hombre>>) hecha goleta o fragata para romper el << aparejo de los sueños varados en tierra de nadie>>.

Lanzarote es volcán, es fuego y es ceniza. El poeta, como el artista, no puede desprenderse de esta identidad porque el volcán lo es todo para la isla. Como fuerza primaria de la naturaleza  provoca la fertilidad de las tierras y simboliza el fuego creador y destructor. Es << la verdad del fuego>>, <<el calor líquido>> que alimenta  Tinecheide. Forma las tobas y el picón que amenaza la fertilidad del jable. El volcán construye jameos y pozos en los que los elementos de la naturaleza (aire, fuego, agua, tierra) se relacionan y transforman para crear vida como la nécora abisal que sobrevive en la oscuridad de la cripta. Pintar lo ignoto -- lo desconocido, lo que está por descubrir- podría ser la tarea del artista que piensa en futuro al <<cerrar los ojos para ver la isla volviendo de nuevo a nacer en ti>>. El afán por descubrir la isla primigenia << surcando el paladar de los vientos africanos con su bolsillo roto de la calima>> lleva al poeta a dirigirse a  Manrique familiarmente y lo revive porque poeta e isla necesitan de sus juegos con los vientos y porque suya es <<la arquitectura del sueño del niño>> y la alegría de vivir y el color. La defensa de la isla y su naturaleza frente a la especulación y los traficantes del suelo es el sueño de la inmortalidad de la isla <<mientras el mundo mira a la cara del borde del risco>> y el creador se queda <<en la soledad de todas las noches de la brújula atlántica>>. Recordaba José Saramago que la idea de César no sólo era una idea de presente sino de futuro y Samir Delgado lo inmortaliza con estos versos: << Ser/ contemporáneo/ del futuro/ y de la piedra/ y de la nube>>.

Pintura Número 100 nos acerca a la obra e indirectamente a la trayectoria vital del artista lanzaroteño con una mirada poética muy personal. No es necesario que el lector tenga delante la obra pictórica de Manrique o el mapa de Lanzarote para seguir los latidos poéticos del volcán. Hay que dejarse llevar por los versos que intentan atrapar la esencia de una estética arraigada en la naturaleza que busca la belleza y la verdad. Samir Delgado explora un arte que se asienta en basaltos, lavas, cenizas, volcanes y en los colores de las islas. Lo hace desde la visión del crítico con técnica sofisticada, con la frialdad del observador que evita la emoción – ausencia del yo lírico--  y que inicia un viaje exploratorio para anotar los descubrimientos. De tal forma que dibuja con trazos imposibles una realidad que sabe única. Así es este poemario que se va humanizando a medida que se acerca al final cuando isla y artista son uno y se impone la energía telúrica de César Manrique. Para este la sabiduría consiste en rodear de la mayor belleza el entorno donde el hombre habita. Exaltación de la belleza y necesidad de conocimiento para encontrar la felicidad podrían definir al artista y su relación con el paisaje. Samir Delgado a través de la poesía busca ese conocimiento para  adentrarse en lo permanente e invariable de aquellos elementos que constituyen la esencia de un creador como César Manrique y su mejor obra, Lanzarote.

                                                                                                     Febrero 21

Publicado originalmente en el periódico Canarias 7


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