domingo, 5 de febrero de 2017

Liebesgedichte. Notas sobre los poemas de amor de Bertolt Brecht

 
Ernst Ludwig Kirchner (6 de mayo de 1880 - 15 de junio de 1938)
Soneto nº1

Y ahora hay guerra, y nuestro camino será más pesado.
Tú, que te uniste a mí para que compartiésemos camino,
estrecho o ancho, llano o empinado,
instruidos ambos y ambos instructores

y ambos huyendo y con la misma meta,
que sepas lo que sé: esa meta no es
más que el camino, así que si uno cayera
y el otro le dejara caer, interesado sólo

en llegar a la meta, esa meta desaparecería,
ya no reconocible, ¡imposible de averiguar!
él correría tosiendo y al final se hallaría

cubierto de sudor en una nada gris.
de decirte esto en esta piedra miliar
le encargo a la musa del poema.

                                               (B.B, Poemas de amor, Hiperión, 2001, página 39)



Hay un mensaje oculto en este primer soneto de los Liebesgedichte que el dramaturgo alemán Bertolt Brecht compuso en su dilatada trayectoria como autor primordial del siglo veinte.

Aparecidos en 1966 de forma conjunta, cada uno de los poemas desvela la mirada íntima del amante, el continuum amoroso de un poeta que conjugó de forma magistral la ironía moral, el desvelo de la amada y la pulsión del deseo.

Ahora bien, este Sonett primerizo, protagónico y paradigmático, revela a todas luces una declaración de principios, su propósito es iniciático, la amada que se  deja entrever está descarnada, invisible, apenas inusitada con un rostro y un nombre. Desde el principio, en un estado de guerra, de crisis, de incertidumbre, aparece la referencia innombrable, el anhelo interior con una dimensión ética. Ella es la revolución, el camino. En este poema, Brecht traslada la figura del amor al compromiso asumido, a la dialéctica creativa, al proceso de síntesis que se plantea en la objetivación de lo bello. Su amada es la compañera, el ideal del socialismo en un tiempo marcado por la confrontación total en la vida cotidiana.

Lejos de mencionar a una esposa, carnal y visible, su voz requiere a lo intangible.

Es la parte más didáctica, pedagógica e instructiva de su teatro épico, ambientado para las masas y construido en función del archiconocido “distanciamiento”, lo que deja que se asome al verso de este soneto una confidencia primordial, la del Brecht socialista, que redefine el latido amoroso en términos de autocrítica disciplinada, con un aire postromántico que no abandona el lado sacrificado y doliente del genio.

Brecht atiende decididamente al lado del valor constructivo del ideal, el deber revolucionario que hace de guía moral en el camino común de la historia que es producto de la acción del ser humano. En la confrontación permanente que estimula el mundo de lo social, el creador persigue la utopía por medio de sus implicaciones estéticas. El dramaturgo-poeta está enamorado de lo porvenir.

He ahí la provocación de instar a la musa del poema, invocada en el propio mensaje, para que advierta el verdadero camino: la meta es el cambio, la transformación social, el hallazgo de nuevos escenarios de lo histórico que surgen a la par en el proceso emancipatorio de la creación.

La poiesis entendida como producción de realidades vivas, cualitativamente distintas, creadas a su vez como producto cultural constituyente de un devenir revolucionario.   

Samir Delgado


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