Joan Miro, El oro del azul del cielo (1967) |
DÍA 1
[Dilluns]
Por
la ventanilla blindada del avión JK 5253 pueden verse todavía las siluetas
montañosas de Tenerife.
A pesar de las turbinas que rezongan de tanto esfuerzo trasatlántico la
travesía parece tranquila, hasta que el comandante del boeing suelta por megafonía
que iremos a 900 kilómetros por hora, a 11 mil pies y con temperatura exterior
de menos 55 grados centígrados, datos sobrecogedores que no parecen alarmar a
la pareja de rusos del asiento trasero que trastean en un almuerzo insufrible
con lateríos de contrabando.
Definitivamente, no comparto la tesis de Marc Augé sobre los
no-lugares. El aeropuerto está plagado de historias paralelas, sentidos y
contrasentidos, los trabajadores de la terminal cargando las maletas día a día
y los pasajeros que se cruzan dejando la señal de sus rostros a la vista de
quien tuviese el atrevimiento de desvelarlas fotográficamente o incluso de
inventarlas sobre un papel en blanco.
Los aeropuertos son lugares de tránsito,
fluctuantes y líquidos, pero están empichados sobre un espacio físico que tiene
su historia enraizada en la memoria del paisaje que determinan. Basta
contemplar los terrenos agrícolas abandonados a su suerte en las inmediaciones
de Los Rodeos
y entender que la cosa no es tan baladí para certificar lo que es un no-lugar.
Lo mejor del viaje, sin lugar a dudas, la vista aérea de Lanzarote que parece un recodo
telúrico abrasándose al sol y toda la costa africana descubierta en su luminoso
trazado sempiterno, la inmensidad kilométrica del continente a tiro de piedra,
las dunas saharauis y las ciudades bereberes: Essaouira como próximo destino existencial.
Nadie en el avión, excepto la
tripulación, sabría explicar con un mínimo de conocimiento la extraña maravilla
de las artes aeronáuticas, cómo no caer en la mudez del asombro cuando en
apenas unas horas se atraviesa el atlántico y bona tarda estimados pasajeros
hemos llegado al aeropuerto de Barcelona.
Otra vez el trajín del equipaje: el Prat parece un hongo intergaláctico, gentes
de todas las latitudes buscando su destino inmediato. A mí nada más bajarme del
avión unas señoritas azafatas de la cadena hotelera Sol Meliá me ofrecieron a bajo
coste una semana de vacaciones en el sur de Tenerife: qué lejos estaba y sin embargo jamás
estuve tan cerca de la quintaesencia de las islas comercializadas hasta en su
extremaunción.
Y ahora, con el compás adormecedor del
tren atravesamos Catalunya
de noche: Figaro, Centelles y Balenya invitando al viajero
con sus farolas encendidas a aventurarse en sus apeaderos comarcales.
Final de trayecto en este primer día, la
temperatura es agradable y frente a la estación ferroviaria de Vic se distinguen dos imágenes
paradigmáticas: banderas blaugranas
fijadas con frenesí futbolero en las terrazas y la propaganda masiva de las
elecciones europeas convirtiendo todas las calles en una sola (...)
DÍA 2
[Dimarts]
"el temps que no és res més
que un gran bosc de paraules.
I nosaltres som els pobladors d'aquest bosc"
Miquel Martí i Pol
Amaneció en la Comarca d´ Osona y todo huele a embotits recién cortados. Saliendo de camino
al casco histórico enseguida se divisa el murmullo del Mercat en la Plaça Major con sus puestos artesanales, y es que
adentrarse en la Ciutat de Vic
es como un bucle en el tiempo: calles comerciales bordeando castilletes
románicos empetados de turistas, tabernas con signos notorios de resaca
nocturna y colegiales amazigh
que salen de clase gritando tras su madre en catalá.
Hay muchas ofertas culturales de peso que no se dejan hacer sombra por
la vorágine barcelonesa, uno puede elegir tranquilamente entre el museo
episcopal con les arts decoratives del gótic o
el Temple Romá donde una guía
llamada Marta nos contó que el Conde
Guifré el Pélos en el año 879 empleó
sus muros para hacer el castillo condal y futura residencia de los señores de Montcada.
Ahora mismo, tras haber estado oculta la parte añeja romana, queda a la
vista el pórtico con sus capiteles corintios y ocho columnas dedicadas a los
patricios vicences. Hay una leyenda sobre Hércules
que junto a los ausones italianos hizo construir el famoso castillo
ocupado por Jaume I tras la
conquista de Mallorca. La guía
del museo conocía las islas y una vez allí la llevaron de recorrido por el sur
turístico para ver los destrozos urbanísticos de mal gusto hechos por la
industria del sol. Llama la atención al visitante el exquisito cuidado que
parecen tener las autoridades en los últimos años con el patrimonio cultural.
En Vic es posible encontrarse al
doblar la esquina con una excavación en vivo directo sobre pretéritas ruinas
medievales, y el potente atractivo cultural que tiene se complementa con las
referencias vitales de personalidades catalanas de la talla del poeta Jacint
Verdaguer (1845/1902) y el político
republicano Manuel Serra i Moret
( 1884-1963) a quien estos días se le homenajea al cumplirse el 125 aniversario
de su nacimiento con un ciclo de conferencias titulado: " Nació,
Democrácia i Socialisme".
A la caída de la tarde tocaba la visita al Centre social autogestionat
"La Torratxa", un espacio
del mundo alternativo juvenil catalán donde la gente se junta para hacer
actividades reivindicativas, cultura ecológica y talleres para la ciudadanía.
Junto al compañero Mahey Figueras,
realizamos un acto inédito sobre Canarias: monocultivos económicos, mitología y emigración, crisis
medioambiental y nuestra identidad insular fueron algunos de los puntos
narrativos que sirvieron para que, al menos una vez, las islas no sonaran a
playa con seguro de sol en Catalunya. Y que mejor forma de cerrar este segundo día con unas cervezas
frías Moritz en la taberna Terra
(...)
DÍA 3
[Dimecres]
[MAPA DE SITUACIÓN]
No hay turistas alrededor y tampoco el paisaje puede quedar atrapado
con toda su plenitud en una cámara digital siguiendo hacia el filo del Jaciment aparecen distintos estratos de murallas y
reductos habitacionales con indicios de haber sido talleres de metal una
estructura de piedra con fosas funerarias antiquísimas recuerda inmediatamente
a nuestros enclaves precoloniales
en las islas la persistencia en el tiempo del temor a la muerte del ser humano
y la necesidad de conservar para la posteridad el legado de nuestros
antepasados.
Los responsables del Museu jamás
imaginarían una historia macabra como la usurpación de la Necrópolis de Lomo Perera en Maspalomas descubierta en 1988 con las obras de una autopista y cuyos
vestigios arqueológicos permanecen almacenados tristemente en una nave.
De vuelta a la carretera: el Pont Vell atraviesa la vida de toda la ciudad de Roda, recorrer el Passeig del Ter y la Capella del Sól para llegar hasta la casa del Carrer
de la Verge número 18 supone seguirle
los pasos al autor catalán Miquel Martí i Pol (1929/2003) "per això i pel compromís social de la seva
obra se l´ha considerat el poeta del poble". En fin, otro ejemplo de que los pueblos que cuidan sus letras
son los pueblos donde no mueren los poetas. El tercer día llega a su fin: aquí parece que toda la gente está
esperando el final del mundo por un partido de la Champions.
DÍA 4
[Dijous]
"Ningú pot afirmar amb rotunditat quan es forma un país,
però sí es poden reconéixer époques que van forjant la personalitat d´un
territori"
Camins del Bisbe i Abat Oliba
(Folleto turístico Consell Comarcal del Ripollés-
Generalitat de Catalunya)
Este cuarto día ha sido una apoteosis
futbolística: toda la rambla cubierta de confetis y miles de personas coreando "Campions,
Campions" al unísono mientras la
guagua del Barça pasaba
triunfante tras el partido de la final europea contra el Manchester
United. No se hablaba de otra
cosa en las cafeterías y los periódicos deportivos hicieron su agosto con una cobertura
global del encuentro que ha trascendido a historia vanagloriada de toda Catalunya. Hasta el piberío acudió con resaca al
colegio, las bufandas colgaban de los balcones convirtiendo toda Barcelona en un Camp Nou a gran escala. Y el partido parece que no
se acabó, la celebración de los goles era toda una catarsis masiva.
Hay que ver como influye en toda la sociedad catalana este fenómeno
deportivo, al igual que en otras grandes ciudades y la afición por otros
equipos que ya rebasa con creces todas las fronteras. Y el
catalanismo se retroalimenta con jactancia de los éxitos balompédicos. Es como la epopeya consagrada de los
nuevos castellers que llegaron
más alto. Aquí la gente disfruta hablando su lengua, da gusto confundirse entre
los viandantes y sentir la extrañeza de andar en otro país que tiene un
patrimonio cultural, natural y político de un gran valor histórico.
Precisamente en las diferencias
radica la riqueza, lo contrario es caer una y otra vez en la unilateralidad del
centralismo, llegando así a un punto en que las reivindicaciones identitarias
se desquician hasta recaer en el pique futbolero. O en pleitos insulares
para mayor INRI como el nuestro. Por eso
los movimientos sociales que en Catalunya atesoran mucha madurez tras su larga andanza por la defensa de las
libertades tienen que resguardarse de los excesos patrioteros. Lo peor de todo
es que los goles hacen feliz a la gente, muy a pesar de la crisis económica y
las injusticias sociales, al llegar el momento del partido todo queda en
suspenso, y no hay nada provechoso realmente en ganar una copa. Tras este
espectáculo de masas nada cambiará para el destino de una sociedad, de ser así Brasil debería ser el paraíso de la
bienaventuranza por los mundiales ganados (y ni el propio presidente Lula parece acabar con la pobreza severa).
Uno de los hechos incontestables para evidenciar la realidad catalana
es la existencia de un amplio espectro ideológico de partidos políticos. Hay
mayoría de edad en muchos sectores de la izquierda, que no tanto en la derecha
dinosáurica. Aquí tienen a un reformador de la talla de Ramon Llul (1232-1316) y la Renaixença intelectual del XIX como importantes
fuentes documentales, el Homage to Catalonia (1938) del escritor George Orwell y la sublevación dels Segadors para arraigo de experiencias transformadoras a lo largo de su propia
historia. En verdad, no necesitan el triplete del Barça para afirmarse en el exterior, aunque esto
va a dar mucho que hablar todavía, ahora que estamos en plenas elecciones al
parlamento europeo se jugarán partidos a nivel político, tanto desde el
revanchismo como desde el triunfalismo.
La aparente complejidad de las cosas en las altas esferas se queda en
el simplismo del fútbol, los sentimientos sublimados por unas enseñas
deportivas y unos valores ideológicos que pueden quedar trivializados por los
rayos catódicos y los engranajes de la política profesionalizada. Ya se
verá.
Finalmente, tras varios días fuera de casa, la sensación de ausencia es
completa, no llegan aquí noticias de Canarias, la detención en Tarragona de un magnate del cemento vinculado a los
estropicios de Playa Blanca no
ha sido tan siquiera viñeta. La asfixia por las carencias de yodo marino
comienza a notarse y la dificultad para mantener los vínculos con las islas va
haciendo mella, ni el placebo de Internet facilita las cosas y eso que teóricamente unifica virtualmente los
lugares alejados. Mañana toca amasar la pella de gofio para el viaje en tren transpirenaico
(...)
Día 5
[Divernes]
“L´imagina en un poble dels Pirineus, assegut al
sol, tot sol, a la porta d´un bar, en una plaça de terre empedrat i desigual,
en baixada. O, millor, a la porta d´una casa de pastors, muntanya amunt, sota
un cel diáfan, d´una transparencia que fereix els ulls, flanquejat per cims
imponents. ¿Assegut, sense fer res? No: ha de ser la mena de vell tan enfeinat que no
es mor perqué no en té temps. Estará pelant faves (...) i il-lusionat com un
nen de saber que és amb ell i no amb cap altra persona que el foraster vol parlar”
(Carles Casajuana. “ L´ Últim home que parlava catalá”, 2009)
Casi
anticipándome al sabio consejo de un buen amigo que desde La Gomera me recomendaba para
estas notas de viaje coger una guagua hasta Girona, tomé un billete de sólo ida para cruzar
de bote pronto la zona noreste de Catalunya, dejar atrás los edificios paupérrimos
de la ciutat
y adentrarnos en los parajes naturales de la comarca de La Selva: un cuadro
impresionista que amenaza con alcanzar las ventanillas de la guagua con el efecto
de la tramuntana
en Cap de Creus
y los bosques de ribera de Aiguamolls
de L´Emporda.
A toda velocidad se puede intuir con un
poco de imaginación el vuelo cercano de los alcaudones y las praderas de posidonia en los fondos rocosos
de las islas Medas.
No se puede llegar a todos los sitios de una vez, pero salirse del casillero
oficial y echarse a las veredas de este país como si fuera el propio durante la
travesía puede enriquecer muchísimo al viajero y al propio territorio de paso.
Las idílica incursión en el IEX BUS no tardaría en
desintegrarse cuando aparecen los carteles de Lloret de Mar en la Costa Brava ensombreciendo la ensoñación natural con
sus siluetas urbanísticas en la costa- nosotros tenemos la analogía insular de Fañabé-, y las obras
destructivas de un tren de alta velocidad irrumpiendo entre las praderas girondenses –como el caso
insular del Radar en el Macizo de
Anaga-, todo junto estropeando el cuadro artístico y certificando
a la luz pública que la globalización es igual para todos los distintos
lugares, tendiendo cada caso una especial singularidad y unas respuestas
ajustadas a su realidad geográfica,
política y cultural. (Canarias
tiene su receta y los calderos están al fuego).
Y además, también los huevos con pintura
roja sobre los paneles gigantescos de la financiación europea y la UTE económica fomentada por el Ministerio de turno dejan un
poco de sitio para la esperanza. Una vez alcanzado el destino se puede
aprovechar el tiempo entre los intervalos ferroviarios para adentrarse en el
casco de Girona:
la nave gótica de su catedral y los baños árabes del Barrí Bell, las casas colgadas
y los puentes saltando sobre Oñar,
la fachada universitaria en el campus
de Motilivi
y las sucursales bancarias de La
Caixa que surgen como setas en cada avenida. Pero siempre, llega
el momento de retorno y el chapurreo en catalá se convierte en un
salvoconducto para no perder el tren.
Lo que vino después lo contaré algún día
ya que la travesía se interrumpe para entrar definitivamente en Francia de camino al Forom des Langues du Monde.
Por eso sólo adelantar en estas notas de viaje que en la tarde de este quinto
día estuve al fin en Port Bou,
asomado frente al memorial artístico del célebre filósofo alemán Walter Benjamin y persiguiendo las
huellas de un paso fronterizo que representa en la historia moderna un lugar
obligado para mantener en vilo la memoria.
Días 6 y 7
[Fin de travesía]
Y granizó en Latour de Carol, la mismita frontera pirenaica ya adentrados en el territorio francés.
Pero no había mencionado todavía que RENFE es una empresa bananera, de lo peor para embarcarse en una ruta de
estas características, apenas hay asistencia informativa al viajero y no habría
donde caerse muerto en caso de fatigas.
Tras pasar fugazmente por la capital del Ripollés, comarca norteña de una Catalunya que no acaba, anoto en la libreta los Plans d´Casamitjana, Ordina y Niubó entre otros
muchos referentes de triste deterioro ambiental por culpa de una urbanització
y polígonos industriales que amenazan
esta terra y este poble, a lo que si le sumamos la reciente noticia
insular sobre la aprobación gubernamental para el agujereado definitivo de Tindaya mejor apaga y vámonos en este Samedi triste del día de Canarias.
Hay un cambio inesperado producido por las obras en los raíles y la
pareja que descansaba tras mi asiento empieza una discusión amorosa que parece
revalidar la guerra anglo francesa
de los cien años. ¿Qué efecto perverso tienen las fronteras sobre las personas?
Al pisar el otro lado del otro lado, enseguida el teléfono móvil avisa del
cambio en el sistema de coberturas, algo que motiva volver sobre lo dicho el
primer día en la teoría de los no-lugares de Marc Augé: ahora la cosa es a la inversa, Latour
de Carol en plena tormenta, la oficina
de turismo cerrada y no hay servicios de atención al cliente, ni un alma
alrededor, la frontera pura como una simple cruz en el mapa, un lugar
provisional cogido con chinchetas y donde nadie desea permanecer por mucho
tiempo.
Pero el idílico paisaje montañés del Languedoc Rosellón con sus riachuelos apenas ojeados por la
velocidad hace que se mantenga el romanticismo trovador. No puede ser de otra
manera, estos parajes rezuman historia: la Aquitania romana, antes Galia céltica y después Tolosa visigoda. Nada más pisar Toulouse, saliendo por las escaleras automáticas de
la estación Marengo, uno se
percata de que las placas de las calles están en francés y también en la lengua
de oc, el ouí alternativo del provenzal, la Occitania bañada por el Canal du Midi.
Un insular en estos lares puede pasar desapercibido muy fácilmente,
llevar pesadas mochilas cargadas a la espalda y un acento dulzón no son
garantías para andar con pasos seguros, pero una vez alcanzada la Plaza Wilson tras cruzar la avenida Jean Jaurés hace que entremos en confianza, y si encima
antes de que salga la línea de metro nuestro anfitrión ataviado con un cachorro
canario aparece en escena por una
suerte del gordo de lotería y nos saca del apuro la verdad que no habría mejor
comienzo. Ya estamos bajo el imán del antiquísimo Capitole de los cátaros, allí se está celebrando una
muestra musical que sirve de antesala al Forom con gente de todos lados, alrededor multitud de bares variopintos,
cafés literarios con cerveza de higo y kebabs que abren el apetito.
La noche fue très jolie,
nuestra estancia en la Rue León Gambetta, una especie de Nicolás Estévanez francés, olía a especias y estaba decorada con exquisitez amazigh, estanterías llenas de libros isleños y una
atención fraternal de alguien que desde la primera impresión desvela su amor
por las islas y sus gentes. Ya era hora de que Canarias estuviera en este encuentro cultural
internacional celebrado en la ciudad francesa que acogió a la emigración
republicana y representa actualmente uno de los puntos calientes de los
movimientos sociales y el debate intelectual, con una universidad en huelga
desde hace meses y propuestas culturales para la nacionalización de las
lenguas que hacen de este sitio un
referente del progresismo.
Todas las despedidas suelen provocar retazos de melancolía, pasear por
la orilla del Garonna y sentir que todo tiene
un principio y un final mientras alrededor la noche cubre la cité de Toulouse es buena prueba de ello. Han sido siete días con sus siete noches, se
ha cumplido con los deberes y estas notas de viaje tocan a su fin. Llegó el momento de volver
con ustedes a casa.
Samir Delgado, Una casa mal amueblada, Baile del Sol (2010)
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