Obra del artista africano Paul Onditi (Kenya) |
En recuerdo del profesor senegalés El Hadji Amadou Ndoye (1947-2013)
Amadou Ndoye ha vuelto de visita a las islas.
Casi siempre quienes hemos tenido la honda satisfacción de conocerle
hablamos sobre él en tiempo pasado, con un plácido pretérito verbal que define
literalmente las estancias pasajeras de este entrañable y reconocido profesor
de literatura, conversador refinadísimo sobre la compleja materia que es la
vida y un prestigioso intelectual senegalés que con sobrados adverbios ha
dedicado sus investigaciones al bagaje de la narrativa canaria de fin de siglo.
Estuvo entre nosotros, otra vez más, para luego volver a su casa de
Dakar, en un acostumbrado viaje de ida y vuelta repetido en las últimas décadas
para bien de nuestras letras, ya que la facturación de sus maletas adquiere con
el tiempo un estatus de verdadero puente literario.
Yo siempre lo imaginé al frente de un aula bulliciosa con jóvenes
senegaleses recitando el abecedario en español, contagiando a su más que
difícil auditorio entre alusiones poéticas de algún autor canario y las
experiencias vividas en sus periplos por las islas, utilizando cierta maestría
nemotécnica que recuerda a los relatores de leyendas africanas.
Cuando se dispone a tomar rumbo fuera de Senegal, país natal que él
mismo como buen padre de familia ha visto progresar con el sudor de su gente y
del cual nos dice con orgullo que nunca abandonará- a pesar de las ofertas
generosas que le llegan desde sus viejos alumnos en otras latitudes-, toma en
el aeropuerto un aire de literaria levedad, su maleta embarcada entre la maraña
burocrática de las aduanas suele pasar desapercibida, con sus atuendos típicos
y sabrosos productos de las calles de Dakar para sus amistades canarias.
Mientras transcurre su habitual agenda por las islas, siempre ocupada
con exquisita disposición del tiempo para tejer redes de amistad y cumplir
sobradamente con las expectativas del público en cada una de las actividades
culturales diseñadas por alguna entidad, nosotros desconocemos ante su más que
entrañable presencia cómo transcurren las manecillas del reloj en las aulas de
la Universidad de Chiek Anta Diop, de qué lado se pone el sol en torno a su
casa familiar y cómo se acuesta de cansada la luna en las noches calurosas de
Dakar.
En cambio, él sí ha palpado el bullicio de los pibes canarios que le
miran con atención al perder clases de matemáticas y disfrutar de sus charlas
bilingües, él sabe bien que en las islas nuestros mayores ven bailar el sol
desde cualquier peña y cuánto de largo es el horizonte sobre nuestra avenida
marítima, la costa ansiada en los sueños truncados de miles de jóvenes
africanos que arriesgan sus vidas cada día.
Tal vez no pase mucho tiempo hasta su próximo retorno a nuestra tierra,
precisamente ahora en estos momentos ya esté de vuelta contando las novedades a
sus compañeros de Departamento universitario, pero lo que sí es seguro para nosotros,
que llevamos siglos forzados de espaldas al continente, es que mañana en el
trayecto de nuestro profesor nuevos libros canarios estarán circulando a una
nueva vida y en plena libertad por las manos de estudiantes senegaleses,
abriendo horizontes de futuro para un encuentro venidero, todo gracias a
las maletas de Amadou.
Samir Delgado, Una casa mal
amueblada, Baile del sol, 2010
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