La
ciudad mexicana de Zacatecas alberga el único museo de arte abstracto de
América Latina, junto a una variada pinacoteca de artistas de la denominada
Generación de la Ruptura se encuentran en un lugar de excepción los murales de
Osaka, las piezas mayúsculas de los artistas mexicanos que hicieron para la muestra
de la Exposición Universal de Japón en 1970 un conjunto pictórico único en su
género. Entre ellos Manuel Felguérez, artista pionero de la abstracción que
combinó la experiencia de la plástica con la escultura, la exploración radical
de la computadora con fines artísticos y la creación de un universo personal
que lo caracterizaron durante toda su vida como el artista vivo mexicano de
mayor reconocimiento junto a otro de los grandes, el oaxaqueño Francisco
Toledo.
Sobre
los antecedentes de la Generación de la Ruptura, la crítica de arte Lelia
Driben ha mencionado la irrupción de la vanguardia mexicana en respuesta al
canon dominante del muralismo que universalizó la pintura de Diego Rivera.
Junto a Manuel Felguérez otros artistas como Vlady, hijo del revolucionario
soviético Victor Serge que se exilió en México, o Roger von Gunten de origen
suizo y radicado en México desde finales de los años cincuenta, afrontaron el
nuevo horizonte de la plástica mexicana con la exploración de la pintura
abstracta y la búsqueda de nuevos lenguajes que dieran respuesta a las
transformaciones sociales de la modernidad en América Latina. Entre los demás
componentes hay que citar a Arnaldo Coen, Brian Nissen, Vicente Rojo, Fernando
García Ponce, Francisco Icaza y Gilberto Aceves, también fallecido el pasado
otoño. Y además la notable artista Lilia Carrillo, precursora de la abstracción
lírica junto a creadoras norteamericanas como Helen Frankenthaler y que
contrajo matrimonio con Manuel Felguérez en una visita a Washington en 1960. La
pareja mexicana de artistas atrajo desde entonces toda la atención sobre el
periplo de una generación que nada tenía que envidiar a la de Nueva York o
Cuenca, donde el museo de arte abstracto español constituía el capítulo europeo
del lenguaje abstracto internacional con artistas de la talla de Antonio Saura,
Manuel Millares y el propio Fernando Zóbel.
En
México como relata el premio Nobel francés Le Clézio se encuentra el fuego del
mito y los símbolos ancestrales de la civilización. El reto artístico de Manuel
Felguérez fue poner color y forma al pulso universal de los sueños de un país y
de un continente, marchó en su juventud a Francia y desertó de la Academia para
afrontar el desafío de ser artista. Obtuvo la Beca Guggenheim y anduvo como
investigador en Harvard, para regresar a México y constituirse desde la UNAM
como el artífice y promotor de una vocación generacional para tomar a manos
llenas el porvenir. De su obra sobresalen numerosas esculturas públicas, una
creación plástica de identidad universal y la incursión absolutamente novedosa
en el arte digital mediante la codificación matemática y el empleo de las
nuevas tecnologías con el hallazgo de prototipos de inteligencia artificial.
Junto a
otros dos artistas zacatecanos de trascendencia, como Pedro Coronel y Francisco
Goitia, el pintor Manuel Felguérez pasará a la posteridad por el impulso
transformador de su creatividad y el ensueño evocativo que reflejan todas sus
obras a lo largo de más de medio siglo dedicado al reclamo de la libertad expresiva
en un país designado a seguir cultivando los fuegos del mito. Tras su
fallecimiento por Covid-19 este mes de junio es hora que el museo de arte
abstracto que lleva su nombre en Zacatecas sea reconocido por el mundo entero
como un lugar de visita obligada. Mil kilómetros al norte se encuentra la
Capilla de Rothko en Houston y al otro lado del océano las otras ciudades del
arte que Manuel Felguérez hizo suyas también para toda una vida. Que en paz
descanse
Publicado originalmente en el periódico Diario de Avisos, Islas Canarias, Junio 2020
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