lunes, 24 de enero de 2022

"Mise-en-abyme" Clausura de la exposición de Pedro Lezcano Jaén

 

Obra cortesía del artista Pedro Lezcano Jaén

Un abismo que se mira puede reflejarlo todo. La mirada humana se nutre tanto de la infinidad imaginada como de los límites exactos del mundo conocible. En plena era global de las tecnologías satelitales, la humanidad sigue abismada en su condición mortal y finita. La pandemia lo único que nos ha devuelto felizmente es el abismo de lo desconocido. Y tal vez el arte sea justamente aquello que sobrevive a todas las crisis civilizatorias. Tras la exposición artística “Objetos de tiempo” de Pedro Lezcano Jaén en el Paraninfo de la universidad, ya clausurada, hay una interrogación que puede hacerse sobre el papel de las bellas artes en el panorama cultural contemporáneo. La necesidad ética de la belleza es incuestionable y realmente la trascendencia pública de una exposición de arte, pasada o futura, nunca se podrá cuantificar en números.

Las vivencias de una visita a los museos constituyen un atributo de las libertades. A pesar del final de una exposición, queda el remanso de luz de la memoria de quienes sumaron esa experiencia del mundo y del abismo a sus vidas. Y la bondad radical del artista Pedro Lezcano Jaén aflora también cuando sus obras han sido descolgadas, rumbo al atelier de todos los días. No puede suceder que sus creaciones no prosigan ahora la senda internacional. Tal vez México, La Habana o Nueva York, es el designio del arte que desborda los sentidos y es capaz de donar perplejidad. La retrospectiva puso fin al silencio de un lustro, esperemos que en adelante la presencia del artista se multiplique y sea pródiga fuera del horizonte insular.

La clausura de “Objetos de tiempo” de Pedro Lezcano Jaén conlleva una triple renovación cíclica de espacios vacantes. Por un lado, comienza un nuevo compás de tiempo creativo para el quehacer futuro del artista, por otra parte, la sala de arte universitaria renueva su programación para dar sentido a la lógica institucional tan necesitada de vida real. Y en tercer lugar, el imaginario colectivo que se nutre de pervivencias y evocaciones, la memoria ciudadana, que es un factor de la vida pública esencial y un valor imprescindible del progreso, tendrá otro tiempo añadido de asimilación para fraguar el depósito social de reminiscencias que ha expandido el arsenal de imágenes de la obra de Pedro Lezcano Jaén. En cada una de sus piezas, los visitantes han podido encontrar un reflejo de la identidad fracturada de todas las vidas. El retrato de familia es universal. Una Lolita Pluma rediviva ha vuelto a recorrer las calles de la imaginación colectiva. El salitre desconcha superficies y cuerpos, los congéneres y las personas amadas un día desaparecerán de nuestras vidas. Los marcos que también combinaba en sus cuadros el artista palmero Cándido Camacho forman parte extra de la exposición, Y el artista insular ha vuelto a escena para pintar lo sagrado dentro de la cueva y sacar a la luz una verdad, la conciencia de estar vivos es lo que nos salva.    

La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria atesora un circuito de arte actual de primera magnitud y la vida de los artistas y creadores insulares depende de ella. Esta muestra, comisariada por Laura García Morales, ha podido reunir toda la potencia de reivindicar más tiempo y más espacio para la vida artística insular, más allá del escaparate turístico unilateral que todo lo asimila y embadurna. Los cuadros han reflejado en el devenir de las sociedades el rostro múltiple y diverso de las culturas, y en las obras de Pedro Lezcano Jaén que nos han acelerado el pulso se puede extraer la hipótesis de que la sociedad canaria habita realmente en ellas. El arte como un espejo y un sudario, así como los personajes de Fernando Botero, agrandados por la luz de Medellín, también la bañista y los niños, los personajes familiares que Pedro Lezcano Jaén ha inmortalizado en su tiempo funesto de vida, atestiguan el signo crucial de los años democráticos de la Autonomía canaria. Unas islas que en su mayoría de edad comienzan a presentir la descomposición acelerada, donde el deterioro irreversible y la pérdida inexorable de memoria generacional evidencian el empacho del sistema del turismo de masas y el turbocapitalismo. La caducidad, lo putrefacto, aquello que va a desaparecer se palpa en el impacto cotidiano sobre las vidas y la representación de lo real que se hilvana bajo el imperio del consumismo de las grandes superficies comerciales, en la vida extraña de las autopistas, en el embrutecimiento social de la competitividad.

Pedro Lezcano Jaén, artista polifacético, ha dado un jaque mate al aburrimiento y al control de la vida social televisada, a la modorra del patio de recreo de ultramar que a pesar de reproducir los males del individualismo y de la banalidad, la pestilencia de la corrupción de décadas y el deterioro de su belleza natural, sigue conservando en su panorama artístico y en la vida ciudadana el lado más cosmopolita que ha latido siempre en su devenir histórico. La exposición “Objetos de tiempo” de Pedro Lezcano Jaén insta a seguir viviendo, a reflexionar y a tomar conciencia de la finitud de la vida. Como Manuel Millares que pintó lo más negro de la fatalidad para dejar espacio a la esperanza, en la pintura y las esculturas de Pedro Lezcano Jaén sobrevive   el aura y la invocación, el llamado al diálogo íntimo y a la rebeldía. El abismo permanece ante nuestros ojos y ha entrado el pelicano del cuadro por la ventana.         


Publicado originalmente en Canarias 7 

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